martes, 13 de diciembre de 2011

jueves, 1 de diciembre de 2011

I Ciclo de Arte Románico: un viaje al Alto Aragón de leyenda

El viernes 2 de diciembre empiezan en Barbastro unas serie de actos dedicados al estilo románico. El Museo Diocesano de Barbastro-Monzón organiza unas charlas y una exposición que nos acercará a este arte tan abundante en nuestra zona.


2 de diciembre, viernes, 19:30 h. “Ribagorza románica, magia, agua y piedra”.
Inauguración de la exposición y conferencia a cargo de Antonio García Omedes. Con la colaboración de Taller de Fieras y Museo de Historia y Tradición de la Ribagorza (Graus).

15 de diciembre, jueves, 20:00 h. “La escultura románica del conjunto de Montañana”.
Proyección audiovisual comentada sobre la escultura románica de Montañana, a cargo de Ángel Noguero Ibarz. Colabora Asociación de Amigos del Museo Diocesano.

12 de enero, jueves, 19:30 h. “La pintura románica del Museo Diocesano de Jaca: el conjunto de Bagüés”.
Conferencia a cargo de Belén Luque, Directora del Museo Diocesano de Jaca.

Más información en Museo Diocesano Barbastro-Monzón.

lunes, 20 de junio de 2011

Un nuevo sendero señalizado une Graus con la ermita de los Templarios de Grustán

El camino, que ha sido recuperado y acondicionado por la empresa Prames, forma parte de una red de diez rutas ornitológicas interpretadas promovidas por el Cedesor en las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza, y dedicadas a mostrar la riqueza natural de los ecosistemas de roquedo, bosque y humedal del territorio. Esta ruta, la única acondicionada en el municipio de Graus, viene a enlazar con el GR1 a su paso por Graus y Grustán, de modo que se configura un camino circular con numerosos atractivos: el barranco de San Miguel, la popular Piedra Plana, Las Planas y su espléndido mirador del valle, la propia ermita románica de Los Templarios o el frondoso bosque de La Ubaga. En total, el camino tiene una longitud de casi 6 kilómetros y un desnivel acumulado de 200 metros.
A los valores medioambientales del camino se suman los culturales, ya que ésta era la antigua ruta que comunicaba las poblaciones de Grustán y Graus, ambas dependientes durante siglos del monasterio de San Victorián, y que aún hoy comparten la advocación de sus respectivos templos, de Santa María de La Peña y de San Miguel.
El acondicionamiento del camino, que ya cuenta con los indicadores pertinentes, concluirá definitivamente en el mes de septiembre con la instalación de distintos paneles interpretativos.
La marcha abierta de ayer partió de la Plaza de San Miguel para llegar hasta la ermita de Los Templarios, desde donde regresó por el mismo camino. El camino estuvo guiado por el técnico de Prames David Saz, quien ha diseñado el proyecto y trabajado de principio a fin en este camino, y el técnico de Cultura del Ayuntamiento de Graus Jorge Mur, quien explicó los trabajos arqueológicos llevados a cabo en la ermita de Los Templarios el pasado verano.
Mur se refirió a los trabajos de limpieza realizados en la ermita de los Templarios en los últimos años, a los que se sumó una prospección arqueológica el verano pasado.
Estos restos requieren, a su juicio, "una campaña arqueológica profesional" que arroje luz a esta construcción, sobre la cual no existe documentación, sólo textos posteriores y tradición oral. El técnico de Cultura grausino señaló que "por el aspecto formal y la estructura de los restos, podría datar de principios del siglo XII".
En la caminata de ayer se pudo visitar esta ermita desconocida que "sorprende por su ubicación, en medio de la nada, y por las proporciones tanto de la ermita, que más bien parece una iglesia, como del recinto".

Fuente: Diario del AltoAragón. Elena Fortuño

domingo, 3 de abril de 2011

Noticia: Graus realiza obras de mejora en tres ermitas del municipio

Tres ermitas del municipio de Graus van a ser objeto de algunas mejoras que los vecinos podrán disfrutar en los próximos meses. La actuación en la ermita de San Pedro estará concluida para el día de la romería, el primero de mayo, mientras que también se va a intervenir en la ermita de la Virgen de los Baños de Abenozas, y en la de San Cristóbal, en Juseu. Las tres actuaciones rondan los 30.000 euros y podrán llevarse a cabo gracias a una ayuda del Cedesor.
Aunque el Ayuntamiento de Graus llevaba un par de años tratando de intervenir en la ermita de San Pedro, según recordó la alcaldesa, María Victoria Celaya, hasta ahora no se habían podido iniciar las mejoras.
Las obras han comenzado en los últimos días y contemplan, principalmente, la reparación del dintel de la puerta de entrada de la ermita, que es lo que se encuentra en peor estado. También se va a sacar del interior del templo el depósito de agua que genera humedades en la estructura trasladándolo a un lateral exterior del edificio. De esta forma, "todo el rectángulo interior quedará utilizable", comentó la edil grausina, quien añadió que se prevé, asimismo, realizar un saneamiento del interior.
Con el objetivo de que el entorno de la ermita de San Pedro pueda hacer las veces de merendero, en la explanada que se abre frente al templo, se va a instalar un banco –próximo al muro edificado en la zona– y tres mesas, dos de ellas ovaladas y una más, redonda. En el acceso a pie a San Pedro, se va a reforzar la zona conocida como "pasé", reforzando la barandilla actual.
La ayuda del Cedesor también permite actuar en otras dos ermitas del municipio. En la de la Virgen de los Baños de Abenozas, se contará con la colaboración de los vecinos que aportarán la mano de obra mientras que se les suministrarán los materiales necesarios para la mejora. En este caso, se ha llegado a un acuerdo con el Obispado de Barbastro-Monzón, por el que manteniendo el culto, se le cede al Consistorio para que pueda ser objeto de actuaciones durante los próximos cincuenta años.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Exposición sobre el románico en la Ribagorza

El Museo de Historia y Tradición de la Ribagorza contará con distintas exposiciones temporales en las plantas calle y bodega. 
La primera de ellas está dedicada al románico en nuestra comarca, una forma de dar a conocer este rico legado histórico y arquitectónico. Bajo el nombre Ribagorza románica, magia, agua y piedra, Antonio García Omedes, un gran conocedor de este estilo en todo Aragón, hace un recorrido fotográfico por las más interesantes iglesias y ermitas ribagorzanas. Todo un privilegio poder contar con estas instantáneas en el Museo.
Aquí un ejemplo de la exposición, pero podéis descubrir toda su obra en www.romanicoaragones.com



lunes, 28 de febrero de 2011

CUADERNOS ALTOARAGONESES: Dos ermitas poco conocidas, Casihuertos y los Pueys

Voy a escribir hoy sobre dos ermitas románicas casi desconocidas de la comarca de la Ribagorza. Se sitúan ambas en el valle del Isábena, en su vertiente occidental, en la margen derecha del río. La primera se conoce como ermita de la Virgen de Casihuertos y se encuentra dentro del término de El Soler, uno de los pequeños núcleos pertenecientes al municipio de Graus. La segunda se halla junto a las ruinas de una antigua aldea denominada los (o els) Pueys, incluida en el término de Roda de Isábena.
El Soler es una pequeña localidad situada a poco más de diez kilómetros de Graus. Desde la capital ribagorzana se llega por la carretera A-1605, tomando un desvío a la izquierda justo a la entrada del llamado puente de Torrelabad. En El Soler destaca su iglesia parroquial de San Marcos, que conserva el ábside original románico y fue una de las últimas restauraciones de mosén José María Lemiñana antes de su fallecimiento. Sobre los restos de los antiguos molinos harinero y de aceite de la población, escribió no hace mucho Julio Alvira Banzo un magnífico artículo, titulado "El Soler y el recuerdo de sus molinos", en su sección "Cuaderno de viaje" de este suplemento dominical.
Para acceder a la ermita de Casihuertos, tras dejar a nuestra izquierda la iglesia de San Marcos en una pequeña explanada, hay que tomar, también a la izquierda, una pista de tierra que arranca justo antes de cruzar el pequeño puente sobre el barranco de las Mellas que lleva al caserío de El Soler. A poco más de dos kilómetros y a la derecha de la pista, en un pequeño tozal, bastante escondida y apenas visible desde el camino, se encuentra la ermita de la Virgen de Casihuertos.
Se trata de una construcción arruinada cuya techumbre se derrumbó hace ya tiempo sobre el interior de su planta rectangular. Conserva, sin embargo, el ábside románico orientado canónicamente al este, los dos muros laterales hasta el arranque de la bóveda caída y la pared occidental rematada con una espadaña de un solo ojo, bajo la que se abre la puerta de arco de medio punto que da acceso al interior del templo. Las paredes interiores están encaladas y no muestran ningún tipo de decoración. En el exterior destaca la existencia de dos contrafuertes en cada uno de los muros laterales. Podría pensarse que la ermita pertenece a un románico algo tardío, quizás ya del siglo XIII. Es una construcción muy desconocida que no figura siquiera en el famoso libro de Manuel Iglesias Costa sobre el arte religioso del Alto Aragón oriental.
A unos cincuenta metros más al sur y en el extremo más elevado del pequeño cerro en que se encuentra la ermita, se observa un amontonamiento de piedras y una pequeña parte de la base de lo que parecen los restos de una antigua torre de vigilancia. El lugar domina bastante territorio en dirección al sur, en el curso bajo del río Isábena que cierra por su parte meridional la sierra del Castillo de Laguarres. Tal vez ermita y torre fueran parte de un mismo recinto fortificado, constituyendo un eslabón más de la línea fronteriza cristiano-musulmana de los tiempos medievales.
Aunque en algunos mapas el lugar es mencionado como Casihurtos, parece más propia y acertada la denominación de Casihuertos, topónimo seguramente procedente de "casa de los huertos". No muy lejos de la ermita, en dirección sudoeste, se encuentran el barranco de los Huertos y la casa de los Huertos. A esta última pertenecería probablemente la ermita y de ahí vendría la denominación Virgen de la casa de los Huertos, que derivaría después a Casihuertos.
Si seguimos nuestro paseo en dirección al norte, nuestro camino desemboca en lo alto de un cerro donde hay un almacén de reciente construcción. Ya por una pista mejor acondicionada llegamos enseguida a la antigua aldea de Santa Creu, hoy deshabitada y en ruinas. Desde allí, por otra buena pista de tierra, podemos descender hasta Torrelabad, muy cerca del río Isábena y de El Soler, el pequeño pueblo del que habíamos partido para nuestra excursión a Casihuertos.
Todavía menos conocida que la ermita de la Virgen de Casihuertos es la de San Martín de los Pueys. A la antigua aldea de los Pueys se accede también desde la carretera A-1605 que sube desde Graus, pero un poco más al norte. Hay que coger una pista de tierra que arranca entre los Kms 23 y 24 de dicha vía, un poco antes de la curva que da inicio a la llamada subida de la Huerta, junto a la casa de ese nombre. Después de recorrer unos tres kilómetros, llegamos a las ruinas de la antigua aldea. La ermita se encuentra a la izquierda de la pista, enfrente de las ruinas de una casa que según algunos mapas se denomina casa de San Martín. Si seguimos unos metros por el camino, nos encontraremos con el GR-18.1 que lleva de Güel a Roda de Isábena. Junto a este camino se encuentran las ruinas de otra casa que al parecer era la denominada los Pueys. No he podido confirmar si ambas casas pertenecían a la misma familia, pero el conjunto es ahora conocido como los Pueys, topónimo del habla ribagorzana oriental que corresponde al castellano los Pueyos, tan frecuente, sobre todo en singular, en la geografía aragonesa, y derivado claramente del término latino "podium" (elevación de terreno). No he logrado saber cuándo el lugar quedó despoblado, pero algunas personas mayores recuerdan haber oído decir que las misas no empezaban en Roda hasta que no llegaban los amos de los Pueys a la catedral.
Lo primero que sorprende al ver la ermita de San Martín dels Pueys es la mutilación del antiguo ábside para abrir en su lugar una amplia entrada a su interior. Situada en una propiedad particular, ha sido acondicionada para su uso como garaje y almacén agrícola. Es de planta rectangular con una espadaña de doble ojo sobre su pared occidental. La antigua puerta, hoy casi tapada por la vegetación, se abre en el muro meridional y es de arco de medio punto con grandes dovelas. Antes de la entrada que ha sustituido al viejo ábside, se abren dos pequeñas capillas laterales que dan a la construcción la forma de cruz latina. Tanto el tejado que cubre la bóveda de la ermita como el de estas dos pequeñas capillas laterales son hoy de chapa. Se trata de una construcción románica en su origen pero difícil de fechar para quienes no somos expertos en la materia. Ninguno de los autores que han escrito sobre el arte religioso de estas tierras da noticia de esta ermita ni la ha recogido en sus publicaciones.
Quede constancia en este modesto artículo de la existencia, en unos recónditos rincones de la comarca de la Ribagorza, de dos ermitas que son aún hoy casi completamente desconocidas para los aficionados y estudiosos del arte románico altoaragonés

Fecha: 27/02/2011

sábado, 8 de enero de 2011

HISTORIA: San Miguel o “Los Templarios” en la Ubaga de Grustán

La iglesia de San Miguel, más conocida en la comarca como “Los Templarios”, es un sorprendente y muy poco conocido lugar en las proximidades de Graus. Para llegar hasta él, tomamos en la villa ribagorzana el GR-1 en dirección a Grustán, - poblado deshabitado, situado en un paraje con una vista excepcional y cuya iglesia románica de Santa María de la Peña, donde se han realizado recientemente algunas obras de restauración, es una verdadera joya merecedora también de una detenida visita -, pero, más o menos a mitad de camino, en vez de seguir las marcas que indican un atajo que se aparta momentáneamente de la pista, seguimos por ésta hasta llegar a un recodo de la misma a cuya derecha se encuentra una pequeña y bien trabajada viña. Desde el camino, casi ya del todo tapada por el bosque de pinos que crecen en la ladera que desciende desde las rocas de la sierra de la ermita de San Pedro, en el paraje conocido como La Ubaga de Grustán, se pueden ver algunos restos del ábside de la iglesia que es fácil confundir en la distancia con las grisáceas peñas que asoman entre el verde de los pinos. Unos prismáticos pueden facilitar la identificación de nuestro objetivo y dirigir hacia él nuestros pasos con mayor seguridad. Si entramos, con el necesario cuidado con el cultivo, en la citada viña, descubriremos un pequeño sendero que unas pinturas rojas en algunos árboles nos ayudan a no perder. Llegamos de inmediato a un pequeño barranco que atravesamos por un puentecito hecho con troncos e iniciamos el ascenso por la ladera entre los pinos por un terreno algo emboscado, pero, al menos en la actualidad, transitable sin grandes dificultades. El lugar es húmedo y muy frío en invierno por encontrarse - como indica el topónimo con el que se conoce la zona - en la parte más umbría o “ubaga” de la sierra. Varias pinturas más en algunos árboles nos ayudan a no extraviarnos y en muy poco tiempo - desde nuestra salida a pie desde Graus ha transcurrido, andando sin prisa, aproximadamente una hora - nos topamos con los restos de la iglesia de San Miguel.
Se trata de una magnífica construcción que sorprende por la solidez y anchura de sus muros y la precisión y encaje de su sillería. Enseguida descubrimos que no estamos ante una simple ermita sino ante un recinto religioso de una sola nave de cierta envergadura y de unas mayores pretensiones que muchas de las más rústicas edificaciones religiosas de la zona. La techumbre está hundida por completo, pero las gruesas paredes del perímetro se mantienen en pie hasta el arranque de la bóveda, cuyos sillares hace tiempo que cayeron en el interior de la iglesia. El ábside, como siempre orientado hacia oriente, no se conserva íntegro, porque una parte se ha derrumbado según parece no hace demasiado tiempo. La puerta, abierta hacia la parte alta de la ladera, ha sido enterrada en parte por los deslizamientos de tierra de la misma, pero conserva su arco de medio punto y sus jambas a ambos lados. En ese mismo muro encontramos una ventana completa - única más la del ábside que, sin embargo, no se conserva por el derrumbe de esa parte - de arco de medio punto y de forma abocinada. En ninguna de las paredes encontramos ningún motivo ornamental y el recinto presenta la austeridad característica del arte románico. Aunque no puede asegurarse en absoluto tras la contemplación de su actual estado, tal vez pudiera tener alguna pequeña cripta bajo el altar como ocurre en algunas construcciones con las que guarda cierto parecido como la iglesia de San Juan Bautista en la Vila o Besians Alto o la de la iglesia del antiguo monasterio de San Martín de Caballera.
Fuera del recinto y esparcidas por el suelo se encuentran las partes de un sarcófago de piedra antropomórfico y, a unos metros, la que parece con bastante seguridad la losa que lo taparía. Se observan algunos restos que podrían ser de otros sarcófagos; personas que estuvieron bastantes años atrás en el lugar nos han contado que recuerdan con precisión la existencia de al menos tres de ellos, en aquellos años todavía bastante bien conservados. Además encontramos diseminados algunos otros sillares labrados. Aparecen también visibles las paredes de piedra de lo que, antes de la repoblación forestal de la zona, serían bancales escalonados, sin duda cultivados en tiempos pasados. Aunque el lugar parece haber sido no hace mucho algo desembarazado de ramaje, éste vuelve a invadir la zona y en el interior de los restos de la iglesia y en sus paredes han crecido algunos árboles que amenazan con emboscar el recinto de forma completa. Lo mismo puede decirse del camino que permite su acceso que, de no ser desbrozado con cierta frecuencia, puede acabar cerrado por el bosque si tenemos en cuenta que no parece, al menos hasta ahora, muy transitado. Tal vez el citado sarcófago debería ser trasladado a algún lugar protegido para evitar que sufra daños mayores. Creemos que, sin duda, el lugar merece ser más conocido y cuidado por el valor y la historia que encierran sus gruesos muros. A pesar de su importancia, y a buen seguro por su escondida ubicación y durante mucho tiempo difícil accesibilidad, no es citado en ninguno - al menos de los conocidos por nosotros - de los libros que recogen, algunos de manera muy exhaustiva, la relación de muestras del estilo románico en la comarca o la provincia.
La tradición ha trasmitido en Graus el nombre de “Los Templarios” para esta construcción. Sabemos que hay mucha leyenda y poca documentación sobre la presencia en estas tierras de las órdenes militares, pero su influencia en Aragón durante el reinado de Alfonso el Batallador fue tan grande que el citado monarca les legó el Reino en su testamento y trabajo tuvo Ramiro II el Monje, cuando fue nombrado rey tras la muerte de su hermano, para frenar las reivindicaciones de las citadas órdenes que exigían, apoyadas incluso por el papa Inocencio II, el cumplimiento de la voluntad última del monarca fallecido. En su excelente y reciente libro Septembris, Jorge Mur hace una breve referencia al lugar al señalar que a la muerte del rey Alfonso el Batallador tras el intento fallido de tomar Fraga en 1134, su hermano, el nuevo rey Ramiro II el Monje, “fue uno de los artífices de que las Órdenes Militares renunciasen a los derechos testamentarios en el reino a cambio, eso sí, de algunos lugares y bienes en Ribagorza. A los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén se les entregaron Siscar, Chiró y otras plazas, mientras que a los templarios Mongay, La Mellera, Purroy, Estopiñán y, cercanas a Graus, Grustán y el lugar de San Miguel, en el barranco de Regrustán” (1). Parece difícil, aunque no totalmente descartable, que, dada su proximidad a Graus, la iglesia fuera construida antes de su toma definitiva en 1083, pero, si hacemos caso a lo anterior, debía de estar ya terminada a la muerte del rey Alfonso en 1134. Por ello puede creerse con bastante lógica que fuera levantada entre esas dos fechas, es decir, entre los finales del siglo XI y los principios del XII.
Sabemos que el lugar pertenecía al término de Grustán, en la actualidad incluido dentro del extenso municipio de Graus. Entre los dos pueblos - Graus y Grustan - se establece un curioso paralelismo: ambos poseen una iglesia denominada de Santa María de la Peña - la actual Basílica en Graus y la parroquial de Grustán - y además otra iglesia dedicada a San Miguel - la actual parroquial en Graus y la de “los templarios” en Grustán -. A su vez, la capital ribagorzana celebra, desde el año 1201, su más importante feria anual el 29 de septiembre, festividad de San Miguel. El arcángel San Miguel tenía una gran importancia en la religiosidad medieval y sobre todo para las órdenes militares: se trata del ángel protector de los hombres frente al Anticristo y quien disputa, espada en mano, frente a la balanza que pesa el bien y el mal, cada una de las almas con el diablo en el Juicio Final. Para los templarios era un modelo de ángel guerrero al que ellos pretendían imitar en su condición de clérigos soldados.
No sabemos qué suerte correría ni qué cambios experimentaría con la posterior caída en desgracia y expulsión de los templarios del Reino de Aragón. Ha llegado hasta nuestros días en el estado que hemos descrito y sería importante, para honrar nuestra historia y por el valor que posee, que la iglesia de San Miguel o Los Templarios sea preservada, sacada de su olvido y conocida como un importante vestigio de la rica historia de estas tierras.

NOTAS: (1) MUR LAENCUENTRA, Jorge. Septembris. Historia y vida cotidiana en Graus entre los siglos XI y XII. Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca. 2003. Páginas 82-83.
Información: Diario del AltoAragón
Fecha: 26/10/2003
Autores: Carlos Bravo Suárez y Francisco Rubio Fuster