domingo, 28 de noviembre de 2010

CUADERNOS ALTOARAGONESES: La ermita de San Saturnino de Aguilar

La ermita de San Saturnino de Aguilar se encuentra situada en lo alto de un cerro rocoso de la sierra de los Aventales, a 1010 metros de altitud, en la margen izquierda del río Ésera. Llegar hasta ella en la actualidad no es del todo fácil. Es necesario ir primero hasta el pueblo ribagorzano de Aguilar, abandonado desde hace varias décadas, y desde allí andar al menos media hora en dirección al norte, siempre subiendo y sin ningún sendero marcado que pueda seguirse con seguridad. Es recomendable realizar la ascensión por la parte derecha del cerro, aun con riesgo de equivocarse y tener que rectificar en alguna ocasión el camino iniciado.
A Aguilar, situado a una altitud de 949 metros, se llega en aproximadamente una hora desde Santaliestra, por un bonito camino de herradura que transita entre bosques de pinos y carrascas. Se toma el sendero a la derecha de la carretera A-139 que sube desde Graus, a la salida de Santaliestra, poco después de pasar el restaurante de la localidad. Aguilar quedó despoblado en la década de los años setenta. Tenía una veintena de casas y englobaba las aldeas de Es Camps y de La Torre, denominadas aldeas de abajo y de arriba respectivamente. Pertenecía históricamente al municipio de Torroella de Aragón, que después pasó a formar parte de Graus, a cuyo municipio pertenece en la actualidad. Sin embargo, el pueblo más próximo y con mayor vinculación es Santaliestra, lugar al que fueron a vivir muchos de los habitantes de Aguilar cuando éste quedó despoblado.
Aunque resisten todavía al abandono, las casas de Aguilar van cayendo poco a poco en una ruina inevitable. Aguanta bien su iglesia parroquial, construcción de los siglos XVI y XVII, con una torre cuadrangular de tres cuerpos y un cementerio anexo. En su nave encalada se conservan dos filas de bancos de madera que tienen, escritos a mano, los nombres de las diferentes casas de la localidad. Desde la iglesia, bordeamos Aguilar dejando a nuestra derecha el barranco de Gabarrosa. A la salida del caserío en dirección al norte, dejaremos a nuestra izquierda la casa Cecilia, que fue reformada en 1828 según reza una inscripción de su fachada.
La ermita de San Saturnino se sitúa sobre un promontorio rocoso en la parte meridional de la estribación montañosa de alineación norte-sur que desciende desde el pico Galirón. Entre la ermita y el extremo sur del citado promontorio hay numerosos restos de construcciones anteriores. Todo ese espacio se halla ocupado por piedras diseminadas y agrupadas en diversos amontonamientos. Parece más que probable que, por su condición de defensa natural y de privilegiada atalaya con un amplísimo dominio visual hacia las tierras del sur, se hubiera levantado aquí alguna pequeña fortaleza medieval. Algunas personas nacidas en Aguilar comentan haber oído decir a sus antepasados que aquí estuvo en otro tiempo el antiguo pueblo, que más tarde sería trasladado un poco más al sur, en una zona algo más cómoda y cultivable. Como sabemos, este fenómeno se dio en varios lugares próximos cuando las condiciones defensivas dejaron de ser prioritarias a la hora de construir las pequeñas agrupaciones humanas de aquellos lejanos tiempos medievales.
El castillo de Aguilar, situado donde hoy se encuentra San Saturnino, se alinearía hacia el este con los vecinos de Abenozas, Torruella, Erdao, Fantova y Güel. Hacia el oeste, tiene muy próximas las ermitas de la Piedad de Santaliestra y San Martín de Caballera, donde se encontraban respectivamente el castillo de Santaliestra y el monasterio medieval de Esvu. En su magnífico trabajo "Tres despoblados del antiguo territorio petrarrubense (Arués, Caballera y El Mon)" ("Homenaje a Amigos del Serrablo", IEA, 1989), el recientemente fallecido y compañero de estas páginas Manuel Benito Moliner sitúa el llamado "castro pelato" -que la mayoría de historiadores identifica con el castillo del Mon de Perarrúa- como muy próximo a San Martín de Caballera, en la cabecera de barranco del Convento, ya en el núcleo deshabitado de Pallaruelo. Todos los elementos citados componen una tupida línea defensiva que marcaría una más que probable delimitación fronteriza en los inicios del siglo XI.
La ermita de San Saturnino de Aguilar ha resistido relativamente bien el paso de los tiempos para tratarse de una construcción levantada probablemente en el siglo XI. Es un edificio de planta rectangular con dos pequeñas naves laterales que le dan cierta forma de crucero. El ábside orientado preceptivamente al este tiene una sola ventana que no ocupa el centro absidal sino que se halla ligeramente desplazada al norte. Delante de la puerta de la ermita, de orientación meridional, se levantó posteriormente un pórtico con una segunda entrada de arcada renacentista abierta también al sur y con un gran ventanal que mira al oeste. Sobre este pórtico se levanta una espadaña de doble ojo. Curiosamente este añadido, que haría función de torre, se encuentra prácticamente el mismo nivel que la techumbre original de la ermita. El interior del templo está encalado y aún conserva sobre el altar una imagen del santo patrón.
Escasamente a un kilómetro más al norte de San Saturnino se encuentran los exiguos restos de otra construcción que, según me aseguran algunos de los antiguos habitantes de Aguilar, corresponden a la ermita llamada de San Andrés o San Andreu. Curiosamente las festividades de San Saturnino y San Andrés se celebran en los días 29 y 30 de noviembre respectivamente. Con frecuencia la ermita de San Saturnino aparece también denominada como de San Andrés. Es posible que en el pasado las dos ermitas estuvieran dedicadas cada una a un santo diferente y que, tras la ruina de la de San Andrés, se unificaran las dos advocaciones en la ermita de San Saturnino. Hay que decir que San Andrés era la segunda fiesta de Aguilar y que en ese día se subía en romería hasta la ermita de San Saturnino. El año 1972 fue el último en que tuvo lugar dicha celebración.
San Saturnino es un lugar espléndido. Sobre todo por su historia, pero también por sus vistas, que se extienden por el sur hasta el mismo Graus y cierran por el norte de manera impresionante las siluetas de Cotiella y de Posets. De los numerosos vestigios del pasado que en el paraje hubo sólo queda en pie la magnífica ermita de San Saturnino. Esperemos que sea capaz de seguir resistiendo con vigor el embate constante del paso de los tiempos.

Fecha publicación: 13-06-2010
Autor: Carlos Bravo Suárez