Hace
unas semanas escribí en estas mismas páginas un artículo sobre la
ermita de San Gregorio, situada en las proximidades de la fortaleza
ribagorzana de Fantova. Decía en aquellas líneas que cerca de esa
pequeña construcción románica había otras dos de características
arquitectónicas muy similares: la de San Clemente de La Tobeña y la de San Pedro de Sarrau de Güel. A esta última, muy poco conocida y no fácil de encontrar, voy a dedicar este artículo.
La
ermita de San Pedro de Sarrau (o San Pere del Sarrau) se encuentra
dentro del término de Güel, perteneciente hoy al municipio de Graus.
Güel se compone de alrededor de una treintena de casas desperdigadas
por un amplio y solitario territorio. Muy pocas de esas casas
permanecen habitadas en la actualidad, bastantes están en ruinas y
algunas han sido reformadas o reconstruidas para diversos fines en los
últimos años.
Por su proximidad a Fantova y Roda, Güel tuvo un importante papel estratégico en los primeros tiempos del Condado de
Ribagorza. Está documentada la existencia de un castillo medieval, del
que apenas quedan restos, en un cerro próximo a las casas Castell,
Farreras y Balasanz. Según algunos historiadores, en el año 1080, en
vísperas de la conquista cristiana de Graus, era su tenente el infante
Sancho Ramírez, quien era hijo bastardo de Ramiro I y hermano del rey
homónimo que acabó tomando la villa ribagorzana en cuyo asedio había
muerto su padre veinte años antes.
Muy
destacable es en Güel la ermita de la Virgen de las Rocas, situada
bajo las escarpadas paredes de los denominados morrones, en un lugar
con gran dominio visual en el que también pudo haber en tiempos
medievales un pequeño castillo,
del que la propia iglesia actual formaría parte. Su acta de
consagración, que data del año 996, parece indicar que existían en Güel
en aquel tiempo un “castello” y un “castelleto”. Uno de los dos
términos haría alusión, probablemente, a algún tipo de fortaleza
construida donde hoy se levanta la ermita de la Virgen de las Rocas.
La citada acta de consagración, de cuya autenticidad dudan algunos historiadores, nombra también una viña en Santa María
de Trespueyo, casa muy próxima a San Pedro de Sarrau. De esta pequeña
ermita apenas poseemos documentación medieval. Incluso en algún caso
parece confundirse con el pequeño núcleo despoblado de Sempere, o Mas
de San Pere, situado, junto a la también deshabitada casa de La Masía,
un poco más al nordeste de nuestra ermita, ya dentro del término de
Roda de Isábena y casi en su límite con el extenso territorio de Güel.
Encontrar
la ermita de San Pedro puede resultar hoy una tarea algo complicada
para quien decida buscarla. Describiré cómo, con un amigo y gracias a
las amables indicaciones que nos dieron en la casa Solano de Güel, conseguimos llegar hasta ella después de algún fallido intento anterior.
Salimos
desde Graus por la carretera A-1605 que transita por el valle del
Isábena. Abandonamos esta vía en el llamado puente de La Colomina, a
unos veinte kilómetros de la capital ribagorzana, y tomamos, a la
izquierda, una estrecha carretera que se dirige a Güel. Tras pasar por
la casa Picontó y por Las Badías -donde se hallan la casa Balasanz, la
iglesia y la antigua escuela de Güel-, llegamos a un cruce de caminos
junto a la arruinada casa Castell. Tomamos el desvío en cuyo indicador
aparece el nombre de El Rincón. De esta manera son denominadas las tres
casas, muy próximas entre sí, que se encuentran sucesivamente a la
izquierda de la carretera. Son las casas Cusolari, Solano y Trespueyo.
Las dos primeras permanecen habitadas; la tercera, perfectamente
restaurada, sólo lo está ocasionalmente. Aquí se encontraban también
antiguamente las casas Coronel y Bayoneta. La primera se fusionó por
matrimonio con la casa Trespueyo, que adoptó entonces el nombre de casa
Coronel-Trespueyo. La segunda quedó hace mucho tiempo abandonada.
En
este punto, situado a unos siete kilómetros del puente de La Colomina
donde hemos abandonada la A-1605, podemos dejar el vehículo e iniciar
nuestra excursión a pie en busca de la ermita de San Pedro. Junto a la
casa Trespueyo, que posee como muchas otras de la zona una pequeña
ermita u oratorio familiar, tomaremos una pista agrícola que desciende
hasta el barranco de la Mella o las Mellas. Seguiremos por su margen
izquierda y pasaremos junto a un abrevadero para el ganado. En la
confluencia de este barranco con otro procedente de la derecha, y antes
de unos saltos de agua que nos impiden continuar descendiendo,
cruzaremos su cauce y en la orilla derecha buscaremos un camino algo
escondido que, ascendiendo, desemboca enseguida en una pista agrícola.
La seguiremos, también por el lado derecho y en sentido ascendente,
hasta llegar a un campo cultivado que deberemos atravesar. Al final del
mismo encontraremos dos pistas de las que tomaremos de nuevo la
situada a nuestra derecha. En poco más de diez minutos, y a la
izquierda del camino, daremos por fin con la ermita de San Pedro de
Sarrau. Desde la casa Trespueyo, y sin andar demasiado deprisa,
habremos tardado algo menos de una hora en llegar hasta aquí.
La
ermita de San Pedro es de una sola nave rectangular, con bóveda de
cañón y ábside semicircular canónicamente orientado al este. La nave
está dividida en dos tramos por un amplio arco presbiteral. En el
extremo oriental del muro norte, un poco antes del ábside, hay una
pequeña capilla con una ventana hacia el este y arco de medio punto.
Enfrente, en el muro sur, se observan cuatro pequeñas oquedades, una de
las cuales es una ventana al exterior. La ermita tiene dos ventanas
más: una en el centro del ábside y otra, más elevada, en el muro oeste.
La puerta de acceso se abre en la pared meridional. En ella, las
dovelas que formaban un arco de medio punto fueron arrancadas y
robadas hace ya bastante tiempo.
A
diferencia de las ermitas similares de San Gregorio de Fantova y San
Clemente de la Tobeña, ésta no tiene espadaña en su pared occidental,
aunque esta parte de la ermita, como en las citadas, parece de
construcción algo posterior al resto. Los sillares que componen sus
muros están muy bien alineados y tienen una apreciable regularidad,
sobre todo en la bóveda de cañón que recubre el templo. Del tejado de
losas de la ermita se ha hundido una pequeña parte por su extremo
occidental. Sobre el resto de la techumbre han brotado algunos
arbustos y plantas que pueden acelerar su deterioro.
Texto y fotos de Carlos Bravo.